martes, 28 de mayo de 2013

El orgullo de ser Mapuche.

El pueblo Mapuche, como muchos otros pueblos o naciones americanas,  fue seriamente perjudicado en cuanto a su cultura, tradiciones y su modo de vida luego de la invasión española. Sin embargo existe una situación que hace especial a esta nación comparativamente con otros pueblos: el Mapuche presentó una increíble resistencia, a tal punto que no pudo ser sometido por los españoles. Es más, en el año 1643 el rey español de ese entonces Felipe IV ratifica a la nación Mapuche como nación independiente, definiendo como límite geográfico el rio Biobío, y archivando este acuerdo (llamado Parlamento de Quilín, realizado el año 1641) como “tratado internacional”. De acá en adelante es así como se va a dar la relación entre mapuche y español: entre dos naciones independientes. Es de esta forma en que se da comienzo al proceso de comprensión de lo que significa ser Mapuche,  de compararse con ese otro (el español o “huinca”) y ver sus diferencias culturales (lenguaje, bailes, saludos, comidas, vida espiritual, etc.) alejándose de aquellas prácticas del español, y valorando y fortaleciendo las propias. Muy probablemente el Mapuche comenzó a sentir orgullo de su cultura, de su resistencia, de los ancestros que rindieron sus vidas por la libertad de su pueblo. 
Llegado mediado del siglo XIX el Estado chileno estaba en plena consolidación, y comenzó a mirar con otros ojos los territorios del sur del bio bio. Fue sin embargo desde 1861 con “La Pacificación de la Araucanía” (así denominado por el Estado este genocidio y transmitido así en la historia oficial) que se dió inicio a la masacre del pueblo Mapuche. Miles murieron, el Estado chileno regaló las tierras usurpadas a colonos europeos, y es así como el Mapuche perdió sus tierras ancestrales, y quedó reducido en comunidades dispersadas, con tierras sin ningún valor. Pero esto no fue todo para el Mapuche. Ahora comenzaría una verdadera guerra cultural en su contra, y para ello se le comenzó a estigmatizar: que son flojos, borrachos, ladrones, viciosos (por decir algunas). Esta situación caló hondo y fue así como el Mapuche comenzó a sentir vergüenza de serlo. En el siglo pasado muchos fueron los que dejaron sus comunidades y partieron rumbo a las ciudades chilenas,  a conseguir trabajo, a tratar de ser aceptados, a “civilizarse”. Muchos fueron los que dejaron de hablar y de transmitir a sus hijos el idioma originario “mapudungun”, y negar como fuese su descendencia. Recuerdo en mi niñez, el nivel de discriminación que se veía a un niño con apellido mapuche, o en la televisión ver como se hacía mofa de la forma de hablar o de expresión del Mapuche. No culpo al pueblo chileno por ello, ni a los humoristas que lo hacían, soy consciente que se trata del reflejo de una sociedad que ha sido culturizada y adoctrinada de esa forma. Y esto no ha cambiado del todo. Aun hoy al Mapuche se le discrimina, se le estigmatiza e incluso se han agregado descalificativos como “que son terroristas”, que “quieren las tierras gratis”, que “son asesinos”. Pero sí hay algo que a cambiado, hoy el Mapuche está retomando ese orgullo de antaño por su cultura, sus costumbres, su historia. Vuelven a reaparecer las historias de los ancestros, y el mapudungun está recobrando toda la fuerza que tuvo. Hoy el Mapuche sabe quién es su enemigo, sabe por lo que lucha, y tiene toda la esperanza por un futuro de libertad, de autonomía, de recuperar esa felicidad que se la arrebató el huinca. El pueblo Mapuche de hoy es más orgulloso que nunca, y esto es solo el inicio.

De: Manzana.

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